Playa, Citroen y velocidad.
La década del ’60 fue una época
revolucionaria en todo sentido. Las clases medias aspiraban, como la burguesía,
a tener un momento de ocio y esparcimiento. En Argentina, era Mar del Plata y
su trágica ruta. Esa que el “tuerca” recorre a una velocidad desmedida y el
pobre oficinista, el padre de Mafalda, con su humilde pero rendidor Citroen,
económico pero de cero potencia, se indigna ante su competidor de ruta.
En Uruguay era el ansiado Este. Antes que se
construyera la Interbalnearia. La costa de oro, Parque del Plata o Punta del
Este, Atlántida, Piriápolies o lejana La Paloma. Rocha no era lo que es hoy.
Por supuesto no eran los oficinistas a los que
escribía Benedetti. Estos vivían otras vicisitudes. Da la impresión que vivieran
una especie de burbuja en donde el no entender de política era la justificación
para no opinar sobre temas ideológicos. Hasta que faltaba dinero!! Cuándo esto
ocurría ahí se indignaban y cómo!!
Sufrirían entonces varios cambios. Pero la ida
a la playa era sagrada. Vivieron al Estado interventor y el neo liberal...
Onganíato y Pachecato, dictaduras y vuelta a la democracia. El obrero recurre
al ómnibus y la playa Ramírez. Pero cada vez se anima más a balnearios lejanos
como Santa Teresa y su camping repleto. José Edgardo González para el
suplemento familiar de “El Día” cuenta: “Bikini y mate amargo; arena en las
milanesas, caminata por el borde del agua; piropo que parte de un grupo
juvenil; radio a transistores; (...) La cola para el retorno veces, amarga el
día”. La crónica es de 1970.
Las playas montevideanas también son visitadas
por argentinos así podría ser la familia de Mafalda.
Hacia fines de la década del ’50 se había
generalizado las vacaciones pagas en el Uruguay. En Argentina durante el
peronismo también se popularizaron el descanso de varios días.
Sin embargo hubo varias restricciones para
dirigirse al Uruguay, como pasaporte o certificado de buena conducta. Para
nosotros era imprescindible que se vinieran porque representaban el 80 % del
turismo.
Muchos se quejaban de su apariencia y su forma
de hablar o vestirse. Pero era necesario cuidarlos y regalarle una sonrisa.
Eran épocas también de Isettas y Fiat 600. El
primero era fabricado por la BMW alemana y le decían el “el huevo sobre
ruedas”. Los fititos aparecen en 1956 en Uruguay. Autos económicos como el
Citroen que aquí también tuvo su cuarto de hora.
Y si no se contaba con autos se iba en la ONDA
o inclusive en tren más específicamente con la línea hacia el Este.
Pero, ¿de dónde viene la idea de ir a la playa?
O la elección de esta como sitio de destino.
En realidad parte de la aristocracia. Y primero
fue al campo. Hacia mediados del siglo XIX un buen burgués francés debía tener
una residencia en el campo. Monet, Manet, Fritz Paulsen así lo describían en
las pinturas de la época. Eso en cuanto a las burguesías de provincia. Las de
Paris alquilaban en casas de campo u hoteles.
Aglaé Adanson dice en 1831: “Marcharse el
sábado por la tarde, pasearse el domingo (si no llueve) y regresar a la ciudad
el lunes por la mañana, he aquí a lo que llaman muchos parisienses salir al
campo”.
El 6 de agosto de 1854, Auguste Villenet evoca
así, en el Fígaro, el intenso calor y la capital desierta: “Se diría que toda
la vida ha ido a refugiarse en los andenes de los ferrocarriles”, donde los
maridos acompañan a sus esposas que parten para los baños de mar o el campo.
Desde la década del ’70 del siglo XIX las empresas
de tranvías se encargaron de promover las zonas de baños en el Uruguay.
Más que una idea o una necesidad fue un producto
creado por el transporte. Sin embargo hasta la década del ’30 del siglo XX no
se impuso el hábito de ir a la playa. De hecho recién de 1912 data el remate de
solares del balneario de Piriópolis creado por Francisco Piria. En Atlátida y
Carrasco pasó lo mismo y en el mismo año. También recordando a los primeros
podemos mencionar a J. P. Fabini, Miguel Perea, Miguel Jaureguiberry, Miguel Busanelli,
etc.
Al día de hoy falta la crónica de un personaje
como Mafalda. Es decir los jóvenes de ahora están para otros derroteros
diferentes a los nuestros. Pero la playa sigue esperándonos a todos como esa
meta anual por la que muchos transitan en el verano.
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