Mafalda,
Guille y los servicios públicos.
En muchos países del mundo los servicios
que son considerados como más necesarios son públicos. Esto significa que no se
busca un lucro o beneficio oneroso sino que por el contrario existe la urgencia
que llegue al máximo de gente porque de no ser
así se entraría en problemas mayores.
De hecho en Inglaterra ya fueron nacionalizadas
varias empresas desde antes de 1945. Churchill nacionalizó los astilleros del
Támesis en 1908, mientras que la comisión forestal, la oficina de Electricidad
Central, la Corporación Británica de Radiodifusión (BBC), la junta de
Transporte de Pasajeros de Londres y las líneas aéreas Intercontinentales
fueron creadas en el período de
entreguerras. Después de la guerra se siguió con el proceso. El carbón, la
aviación, los caminos, los ferrocarriles, el gas, la electricidad, el acero,
son ejemplos.
No obstante, en la década del 80, durante el
gobierno de Tatcher ingresaron 100.000 millones de libras por la privatización
de algunos servicios. Algo parecido a lo ocurrido durante el gobierno del
argentino Carlos Saúl Menem en los ’90.
Muchos de estos servicios en América Latina fueron traídos por extranjeros
emprendedores durante el siglo XIX.
En Uruguay los ingleses cumplieron con ese
cometido ya que su experiencia europea les brindaba la posibilidad de invertir
dinero en el país y además era de mucha utilidad, en el caso del transporte,
por ejemplo, para trasladar materia primas necesaria y productos
manufacturados.
La urbanización montevideana en pleno
crecimiento incentivó su contratación y la facilidad por parte del Estado para
cumplir un fin preciso y necesario para todos.
El telégrafo tuvo su primer tendido en 1866; el
primer ferrocarril es de 1869, de un español primero y luego de accionistas
ingleses; el alumbrado público con gas en 1853; teléfonos en 1882; la empresa
Fynn de aguas corrientes es de 1871 y pasa a manos inglesas en 1879; el
alumbrado público en al fábrica inglesa Liebig´s es de 1883.
Fue durante el batllismo que su líder vislumbró
la posibilidad de encarar un proceso que comienza a principios del siglo XX y
se mantiene hasta la mitad de la década del ’50.
Algunos de esos cambios fueron el Puerto de
Montevideo de 1909; la Compañía telegráfica en 1907; el Banco República entre
1911 y 1913; el Banco Hipotecario en 1912; el Banco de Seguros en 1911;
Ferrocarriles en 1915 (no monopolio); energía eléctrica en 1912; a este proceso
hay que sumarle el ocurrido durante el neobatllismo.
En 1947 y con el fallecimiento de Tomás
Berreta, asume el sobrino de José Batlle y Ordóñez, Luis Batlle Berres con los
mismos principios de su tío. Es así, que comienza durante su mandato la segunda
parte del plan de estatizaciones y nacionalizaciones. Previamente se había
creado ANCAP, durante la presidencia de Gabriel Terra, teniendo el monopolio de
la refinería de petróleo. No así su comercialización.
Siguiendo con el gobierno de Luis Batlle y
mediante un pago de deudas inglesas contraídas durante la guerra, el gobierno
se hizo con las empresas de esa procedencia. Estas son la Administración
Municipal de Transporte (AMDET) en 1947, la Administración de Ferrocarriles del
Estado (AFE) en 1952, Obras Sanitarias del Estado (OSE) en 1950 y por último la
hoy problemática Primeras Líneas Uruguayas de Navegación Aérea (PLUNA).
En Argentina ocurrió por la misma época durante
el gobierno de Juan Domingo Perón. También en ese país se critica la forma en
la cual funcionan estas empresas. Es así, que Guille protesta por el servicio. Lo
cierto que en Uruguay cuando se quiso privatizar mediante un plebiscito, en
1996 la ciudadanía se opuso. Eso sí, el sol sigue siendo un servicio de todos y
gratuitos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario