martes, 11 de septiembre de 2012

Mafalda y la historia a través del humor

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Playa, Citroen y velocidad.

La década del ’60 fue una época revolucionaria en todo sentido. Las clases medias aspiraban, como la burguesía, a tener un momento de ocio y esparcimiento. En Argentina, era Mar del Plata y su trágica ruta. Esa que el “tuerca” recorre a una velocidad desmedida y el pobre oficinista, el padre de Mafalda, con su humilde pero rendidor Citroen, económico pero de cero potencia, se indigna ante su competidor de ruta.
En Uruguay era el ansiado Este. Antes que se construyera la Interbalnearia. La costa de oro, Parque del Plata o Punta del Este, Atlántida, Piriápolies o lejana La Paloma. Rocha no era lo que es hoy.
Por supuesto no eran los oficinistas a los que escribía Benedetti. Estos vivían otras vicisitudes. Da la impresión que vivieran una especie de burbuja en donde el no entender de política era la justificación para no opinar sobre temas ideológicos. Hasta que faltaba dinero!! Cuándo esto ocurría ahí se indignaban y cómo!!
Sufrirían entonces varios cambios. Pero la ida a la playa era sagrada. Vivieron al Estado interventor y el neo liberal... Onganíato y Pachecato, dictaduras y vuelta a la democracia. El obrero recurre al ómnibus y la playa Ramírez. Pero cada vez se anima más a balnearios lejanos como Santa Teresa y su camping repleto. José Edgardo González para el suplemento familiar de “El Día” cuenta: “Bikini y mate amargo; arena en las milanesas, caminata por el borde del agua; piropo que parte de un grupo juvenil; radio a transistores; (...) La cola para el retorno veces, amarga el día”. La crónica es de 1970.
Las playas montevideanas también son visitadas por argentinos así podría ser la familia de Mafalda.
Hacia fines de la década del ’50 se había generalizado las vacaciones pagas en el Uruguay. En Argentina durante el peronismo también se popularizaron el descanso de varios días.
Sin embargo hubo varias restricciones para dirigirse al Uruguay, como pasaporte o certificado de buena conducta. Para nosotros era imprescindible que se vinieran porque representaban el 80 % del turismo.
Muchos se quejaban de su apariencia y su forma de hablar o vestirse. Pero era necesario cuidarlos y regalarle una sonrisa.
Eran épocas también de Isettas y Fiat 600. El primero era fabricado por la BMW alemana y le decían el “el huevo sobre ruedas”. Los fititos aparecen en 1956 en Uruguay. Autos económicos como el Citroen que aquí también tuvo su cuarto de hora.
Y si no se contaba con autos se iba en la ONDA o inclusive en tren más específicamente con la línea hacia el Este.
Pero, ¿de dónde viene la idea de ir a la playa? O la elección de esta como sitio de destino.
En realidad parte de la aristocracia. Y primero fue al campo. Hacia mediados del siglo XIX un buen burgués francés debía tener una residencia en el campo. Monet, Manet, Fritz Paulsen así lo describían en las pinturas de la época. Eso en cuanto a las burguesías de provincia. Las de Paris alquilaban en casas de campo u hoteles.
Aglaé Adanson dice en 1831: “Marcharse el sábado por la tarde, pasearse el domingo (si no llueve) y regresar a la ciudad el lunes por la mañana, he aquí a lo que llaman muchos parisienses salir al campo”.
El 6 de agosto de 1854, Auguste Villenet evoca así, en el Fígaro, el intenso calor y la capital desierta: “Se diría que toda la vida ha ido a refugiarse en los andenes de los ferrocarriles”, donde los maridos acompañan a sus esposas que parten para los baños de mar o el campo.
Desde la década del ’70 del siglo XIX las empresas de tranvías se encargaron de promover las zonas de baños en el Uruguay.
Más que una idea o una necesidad fue un producto creado por el transporte. Sin embargo hasta la década del ’30 del siglo XX no se impuso el hábito de ir a la playa. De hecho recién de 1912 data el remate de solares del balneario de Piriópolis creado por Francisco Piria. En Atlátida y Carrasco pasó lo mismo y en el mismo año. También recordando a los primeros podemos mencionar a J. P. Fabini, Miguel Perea, Miguel Jaureguiberry, Miguel Busanelli, etc.
Al día de hoy falta la crónica de un personaje como Mafalda. Es decir los jóvenes de ahora están para otros derroteros diferentes a los nuestros. Pero la playa sigue esperándonos a todos como esa meta anual por la que muchos transitan en el verano.